Imposible
dejar transcurrir este día de profundo sentimiento sin pronunciar con inmensa emoción
la más sonora de las palabras que contiene el diccionario:
¡MADRE!
Unos
la nombran sonrientes y felices, porque están al lado de ese ser maravilloso e
inigualable. Otros, enmudecemos mirando hacia las alturas con ojos taciturnos y
llorosos, porque la madre se ha ido. Está al lado de Dios, protegiéndonos con
su amor infinito ¿Cómo podría abandonarnos, si su vientre bendito fue nuestra
primera cuna y sus hijos el más preciado fruto?
Las
adres muertas siguen reinando en el altar de nuestro corazón. Ellas nos
aguardan allá, en el celo, “Porque una madre no se cansa de esperar”
Medellín,
10 de mayo de 2015.
Ramón
A. Martínez.
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